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martes, 4 de agosto de 2020

Bosques para el bienestar social y climático de México.

Cada seis años se reinventa el país y lo forestal no es la excepción. Hoy toca a la 4T encabezar los esfuerzos en la materia, con el lema: “Bosques para el bienestar social y climático de México”.

Si trazamos una línea de tiempo en los pasados 40 años, pasamos de las grandes concesiones de bosques a particulares (UIEF’s), que molían oyameles de más de dos metros de diámetro normal, incluso en Loreto y Peña Pobre, CdMéX, en 1981, sin que alguien se inmutara, a empresas paraestatales, con un impulso a la socioproducción en la era de la Dirección General para el Desarrollo Forestal, unidades de administración forestal (UAF’s) y de conservación forestal (UCODEFO’s), hasta llegar a las Unidades de Manejo Forestal de hoy (UMAFORES), con sus altibajos.

Todo ello ligado a políticas enmarcadas en varias leyes forestales, que acotaron el manejo – aprovechamiento previsto en ellas, pasando del manejo forestal netamente maderable, al manejo forestal integral, volviendo al manejo – aprovechamiento de hoy, influido por los acuerdos internacionales vinculantes, que determinan, en muchos casos, la dirección y sentido de la política forestal y de la normatividad forestal y ambiental aplicables.

En todo este tiempo, el salto tecnológico fue tremendo, pasando  de los teléfonos de disco, las calculadores de mano, el radio y la televisión, a la situación actual con drones, teléfonos inteligentes, LIDAR, imágenes de satélite de alta resolución, SIG’s web, sensores de todos tipos, "big data" (macrodatos)  e inteligencia artificial.

Sin embargo, en tal periodo, el seguimiento (monitoreo) de los bosques en México ha sido la materia pendiente, pues en 120 año no hemos podido consolidar un sistema de parcelas permanentes de monitoreo.

Por supuesto es posible hacer “timelapses” con imágenes satelitales, Lansat u otras. Pero: ¿ que ha ocurrido en los bosques, in situ ?.

Cuál ha sido la dinámica de los bosques, conforme clasificación del maestro Jerzy Rzedowski, en esos 120 años.

Podemos saber si han disminuido o se han fragmentado o deteriorado (espirales de declinación), pero es el día en que no conocemos la dinámica de los bosques de México.

Por supuesto hay experiencias que han prevalecido hasta nuestro días, como el sistema de monitoreo empírico del ejido El Largo, en Chihuahua, entre otros en Durango, Michoacán y Jalisco, hasta la red nacional de sitios permanentes que ha iniciado en Durango hace pocos años y que dará frutos más delante.

Sin embargo, se requiere un monitoreo, in situ, más detallado, que permita lograr la expectativa y requerimientos del lema enunciado, en un entorno al cambio o variación climática global prevaleciente, que  es una realidad; y del saqueo por inseguridad en los bosques, sin paralelo, que es otra triste verdad, sin omitir los efectos adversos de la agroindustria, como el caso del aguacate y el “Berry”,  entre otros más.

Ya en el Norte de México, los metrajes de  aprovechamiento por arbolado muerto han ido en aumento, algunos por plagas y enfermedades, otros por sequía.

Si realmente se quiere lograr el propósito implícito en el lema 4T forestal, para los años venideros, urge que la normatividad obligue a los dueños y poseedores de los bosques de México a dejar proporciones de parcelas, como previsto en la metodología del SiCoDeSi, como sitios permanentes, a efecto de que la información recabada pueda cumplir, en los hechos y no solo en declaraciones y videos, los propósitos implícitos en ese lema, por el bien de México,  sus bosques y los mexicanos del futuro.

El seguimiento (monitoreo) de los bosques, con las necesidades y exigencias de información requeridas actualmente, por las circunstancias enunciadas, es una asignatura que urge aprobar lo más rápido posible.

Y ahí si no escapan gobiernos de todos los colores, forestales, biólogos, ecologistas, ONG’s y demás interesados en el tema, pero no aplicados en él.