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domingo, 7 de abril de 2019

Sobre los “molestos” árboles urbanos.


Dado que sin obra no hay sobra, muchos ayuntamientos rehacen banquetas, con una característica: No dejan espacios para plantar árboles; según porque estos les causan molestias y gastos de mantenimiento, personal y demás asociados.


Aducen que los árboles tiran basura, levantan las banquetas, tiran bardas, tapan señalización, tapan drenajes y se caen sobre los vehículos, entre otras “molestias” y gastos, que les pega donde más les duele, el tesoro público.


La idea de hacer la naturaleza como otros entornos humanos (sic) trae consecuencias, porque es sabido que los árboles urbanos aíslan del ruido, retienen aeropuluantes, auxilian en la psicología humana y, eureka, PRODUCEN OXIGENO, entre otros servicios ambientales y ecosistémicos más, como la captura de dióxido de carbono y su innegable contribución para mitigar los efectos adversos del cambio climático global.


Así que sin necesidad de que una ley o un amparo judicial los obligue, el menos común de los sentidos, el sentido común, dicta que en las banquetas deben quedar espacios para que se planten  árboles urbanos (http://adrecfor.blogspot.com/2018/10/precision-sobre-la-siembra-de-arboles.html).


No hay buenas y malas especies, únicamente desconocimiento y buenas y malas decisiones.


Por último, no omito señalar que la observación inicial de esta mala práctica ambiental y urbanística en comento, fue de uno de mis hijos.